“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”— Juan 8:32 Todos queremos ser libres. Pero ¿qué significa realmente “ser libre”?Algunas personas piensan que la libertad es poder hacer lo que uno quiere. Otros creen que se trata de no depender de nadie. Sin embargo, la Biblia nos enseña que la verdadera libertad no está en …
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
— Juan 8:32
Todos queremos ser libres. Pero ¿qué significa realmente “ser libre”?
Algunas personas piensan que la libertad es poder hacer lo que uno quiere. Otros creen que se trata de no depender de nadie. Sin embargo, la Biblia nos enseña que la verdadera libertad no está en hacer lo que queremos, sino en vivir como Dios nos diseñó.
La libertad según el mundo
Vivimos en una sociedad que habla mucho sobre “libertad”: libertad de expresión, de elección, de pensamiento…
Y aunque eso suena bien, esa libertad muchas veces depende de las reglas, modas o valores del momento.
Por ejemplo, puedes vestirte como quieras, pero solo dentro de lo que existe o está “de moda”.
Puedes decir lo que piensas, pero siempre habrá límites marcados por la sociedad.
La verdad es que no siempre somos tan libres como creemos.
Muchas de nuestras decisiones están influenciadas por el entorno, la cultura o incluso las opiniones de otros.
Entonces surge la gran pregunta:
👉 ¿Existe una libertad más profunda que no dependa de las circunstancias?
La libertad según Dios
Desde la perspectiva divina, la libertad tiene otro significado.
No fuimos creados simplemente para “ser libres” y hacer lo que queramos.
Fuimos creados para cumplir un propósito eterno: reflejar la naturaleza de Dios en la tierra.
Adán, el primer hombre, no tenía una naturaleza humana como la nuestra.
Tenía naturaleza divina, porque fue creado a imagen y semejanza de Dios.
Eso significa que, al principio, el ser humano era eterno, puro y pleno —vivía en perfecta comunión con su Creador.
Cuando Adán desobedeció, perdió esa naturaleza divina y comenzó a vivir bajo su propia voluntad.
Ahí nació el “libre albedrío” como lo conocemos: el poder de decidir por nosotros mismos… pero sin la guía de la naturaleza divina.
Lo que realmente significa ser libre
Ser verdaderamente libre no es hacer lo que uno quiere, sino hacer lo que debe, lo que agrada a Dios.
“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”
— Juan 8:36
El hombre que actúa por su cuenta se vuelve esclavo de sus propias decisiones.
Pero el que actúa conforme a la voluntad de Dios vive en libertad.
Por eso, la verdadera libertad no nace del libre albedrío, sino de tener la naturaleza divina dentro de nosotros, la cual recibimos cuando nacemos de nuevo en Cristo.
“Despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,
y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
— Efesios 4:22-24
El libre albedrío sin Dios no es libertad
Muchos creen que tener opciones es ser libre.
Pero el libre albedrío sin la dirección del Espíritu Santo puede llevarnos a la esclavitud de nuestras propias decisiones.
Cuando decidimos sin consultar a Dios, nos desviamos del propósito para el que fuimos creados.
Por eso, el “mundo de la opción” es un sistema humano, producto del pecado del hombre.
Jesús vino a ofrecernos algo mejor: la libertad que proviene del conocimiento de la verdad.
Esa verdad no es solo información, es una persona: Cristo mismo.
La libertad que viene de Cristo
Ser verdaderamente libre es tener el corazón y la mente renovados por el Espíritu de Dios.
Es vivir sin ataduras al pasado, sin culpa, sin temor y sin depender de las circunstancias.
Es caminar en el propósito para el que fuimos creados.
Cuando entendemos esto, descubrimos que la verdadera libertad no está en las cosas externas, sino en una nueva naturaleza interna.
La libertad es fruto de conocer a Cristo y permitir que Su naturaleza gobierne nuestra vida.
En resumen
- La libertad no es hacer lo que queremos, sino lo que debemos hacer según Dios.
- La verdadera libertad solo se encuentra en Cristo.
- El libre albedrío sin la guía del Espíritu puede llevarnos a la esclavitud.
- Cuando nacemos de nuevo, recibimos una naturaleza divina que nos hace realmente libres.
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
— Juan 8:32