“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”— Juan 17:3 Cuando escuchamos “vida eterna”, la mayoría pensamos en lo que sucede después de la muerte: el cielo, la eternidad, la presencia de Dios…Pero, ¿sabías que la vida eterna empieza aquí y ahora? Una …
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”
— Juan 17:3
Cuando escuchamos “vida eterna”, la mayoría pensamos en lo que sucede después de la muerte: el cielo, la eternidad, la presencia de Dios…
Pero, ¿sabías que la vida eterna empieza aquí y ahora?
Una historia para reflexionar: Josué y su decisión
Josué fue un gran líder. Después de Moisés, él guió al pueblo de Israel hacia la tierra prometida. Vio milagros impresionantes: el río Jordán se abrió, los muros de Jericó cayeron y Dios les dio la victoria una y otra vez.
Sin embargo, al final de su vida, Josué reunió al pueblo y les dijo algo que todos recordamos:
“Yo y mi casa serviremos al Señor.”
— Josué 24:15
Aunque esas palabras suenan firmes y llenas de fe, hay algo más profundo detrás.
Josué se conformó con servir a Dios solo junto a su familia, cuando Dios lo había llamado a guiar a toda una nación.
En otras palabras, aceptó solo una parte del propósito que Dios le dio.
Y ahí está una gran lección para nosotros.
La vida eterna no es solo vivir para siempre
La vida eterna no se trata solo de durar eternamente, sino de vivir con propósito divino aquí en la tierra.
Jesús explicó claramente que la vida eterna es “conocer al único Dios verdadero y a su Hijo Jesucristo”.
Conocer no significa solo “saber de Él”.
Significa tener una relación viva y profunda con Dios, entender su corazón y dejar que su naturaleza gobierne nuestra vida diaria.
Cuando conocemos a Dios verdaderamente:
- Aprendemos a tomar decisiones según su voluntad.
- Encontramos propósito en lo que hacemos.
- Vivimos con paz y dirección, aunque el mundo cambie.
El tiempo y la eternidad
Dios nos creó con una naturaleza eterna.
Eso significa que no solo estamos diseñados para existir en el cielo, sino para vivir con una mentalidad eterna aquí en la tierra.
Pero muchas veces el tiempo se nos va en cosas pasajeras: trabajo, preocupaciones, logros personales… y olvidamos invertir en lo que realmente permanece.
👉 Si solo vivimos pensando en el tiempo, terminamos sintiendo que no avanzamos.
👉 Pero si vivimos desde la eternidad, cada día tiene propósito.
La vida eterna no empieza cuando mueres; empieza cuando entiendes tu propósito en Dios.
El peligro de conformarse
Josué fue fiel durante muchos años, pero al final se conformó.
Y eso puede pasarnos a nosotros también.
Podemos amar a Dios, servir en la iglesia, cuidar de nuestra familia… pero si eso es solo una parte de lo que Dios nos llamó a hacer, todavía no estamos viviendo la plenitud de la vida eterna.
Jesús no se conformó con quedarse seguro en el cielo.
El Padre no se conformó con mantenerlo protegido.
Ambos dieron todo por nosotros.
Esa es la verdadera esencia de la vida eterna: darlo todo por amor, sin conformarse con lo mínimo.
Vivir la vida eterna es vivir en propósito
Vivir la vida eterna es mucho más que “ir al cielo”.
Es vivir con sentido, con propósito y con la naturaleza de Cristo dentro de ti.
Cuando entiendes eso:
- Te conviertes en un excelente administrador del tiempo.
- Aprendes a no rendirte ante las circunstancias.
- Vives para cumplir tu designación, no solo tus deseos.
- Dejas que el corazón de Dios lata dentro del tuyo.
Para reflexionar…
Dios no quiere que simplemente “sobrevivas” al paso del tiempo.
Te creó para vivir la eternidad desde hoy.
Eso significa conocerlo, amarlo, obedecerlo y reflejar su naturaleza en todo lo que haces.
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
— Juan 8:32
La vida eterna no es solo un destino, es una manera de vivir.
Empieza cuando decides conocer realmente a Dios y cumplir todo lo que Él soñó para ti.